El otro día volví a hacer un champú sólido usando la que fue una de mis primeras fórmulas, un champú con shikakai y plátano en polvo. Recuerdo que en su día tardé bastante en probar a hacer champú sólido porque no quería copiar ninguna receta, sino entender cómo se hacía para poder crear los míos propios.
En mi caso estuve investigando bastante hasta que encontré un vídeo de Lino Faus en el que daba una fórmula base para crear tus propios champús sólidos. Tal y como lo planteaba me pareció algo bastante asequible, así que me lancé a ello.
Mi primer champú tuvo forma de corazón y usé arcilla rosa, en el segundo usé amla. Fue entonces cuando escuché hablar por primera vez del shikakai y de sus beneficios para el pelo, así que como te puedes imaginar, tuve que probarlo.

Antes he dicho que le añadí polvo de plátano y es posible que te estés preguntando por qué. Podría decirte que leí las propiedades que le podía aportar a mi pelo, pero no te voy a mentir: estaba obsesionada con el olor a plátano de la mascarilla de Garnier y le añadí el polvo de plátano con la esperanza de conseguir un olor similar. Menuda sorpresa la mía al descubrir que el shikakai tenía un olor bastante fuerte. Puedes reírte.
Lo que quería destacar con esta entrada es que muchas veces tengo la sensación de que en este mundillo de la cosmética natural casera lo único que se ve es el resultado final, la foto bonita y la fórmula perfecta y no tanto el proceso que hay que seguir hasta conseguirla. Por eso quería traeros hoy un poquito de mis inicios, uno de mis primeros champús, para que veáis que existen las fórmulas imperfectas, los experimentos que no salen, el bálsamo que se te deshace, el sérum que no está bien integrado…y el champú para el que has elegido los ingredientes un poco al azar.
Recuerdo sentirme muy frustrada intentando modificar fórmulas que encontraba o intentando formular las mías propias cuando no me salía lo que quería al primer intento. También recuerdo el video de Mili que para mí fue un antes y un después, uno en el que mostraba el proceso de intentar copiar un cosmético de una marca y en el que le salía un churro.
A veces es necesario que nos recuerden que todos fallamos.
La cosmética natural tiene bastante de método científico: se te ocurre una idea, la plasmas en una fórmula, la pruebas y obtienes un resultado. Ese resultado probablemente no sea el esperado y tengas que repetir todo el proceso. Son bastantes horas de trabajo (y de fregar cacharros) que generalmente pasan inadvertidas porque solo se muestra el resultado final, no todos los pasos intermedios.
Quería reflexionar precisamente sobre este punto porque no me gustaría dar con este blog la sensación de que todo es fácil y rápido. Por supuesto, depende de hasta donde quieras llegar pero pensando en formular tus propios cosméticos, hay que tener en cuenta que vas a coleccionar bastantes fracasos y eso está bien. Como diría Kaladin, Bendito por la Tormenta: “Viaje antes que destino”. Y si no sabes de lo que estoy hablando, te cito a Thomas Edison: “No fracasé, solo descubrí 999 maneras de cómo no hacer una bombilla”.
Si te has quedado con la curiosidad, esta es la fórmula de mi champú de shikakai y plátano:
Ingrediente | Cantidad (%) |
---|---|
SCI | 60 |
Shikakai | 8 |
Plátano en polvo | 2 |
Agua destilada | 10 |
Aceite de argán | 13 |
Aceite de cáñamo | 5 |
Vitamina E | 1 |
A.e. naranja | 1 |
Ánimo si estás empezando y, sobre todo, paciencia.